Herramienta de cirugía ocular

 
copyright Tesoros del Museo Británico
 

Introducción

En el campo de la medicina, no hay ninguna duda que los romanos se nutrieron de los conocimientos de sus predecesores helenos e incluso de los estudiosos de Oriente y África, y es más que evidente que la romanización estableció sinergias entre los médicos romanos y las técnicas utilizadas por sus homólogos de otras tribus o ciudades conquistadas, con mayor grado las celtas, que usaban algunos ungüentos caseros que los romanos usaron para sus propios pacientes.
 
La epigrafía romana nos ha dejado pistas sobre quiénes eran los que ocupaban los cargos sanitarios y nos sorprendería saber que muchos de ellos eran libertos o esclavos con mayor o menor renombre según el acierto en los pronósticos o en la utilidad de sus ungüentos o cirugías, para que fuera más notoria la publicidad, sus fórmulas magistrales eran grabadas con el nombre del profesional y lo sabemos porque un gran número de esos sellos se han hallado a lo largo de todo el imperio, especialmente en la Galia o cerca de campamentos romanos donde se requería de un gran número de estos profesionales.
 
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En el campo de la oftalmología, sabemos que los mayores eruditos en aquel momento habían sido Alcmeón de Crotona o el griego Aristóteles que habían realizado sendos estudios anatómicos en cirugía ocular, pero a principios del s.I aparecería Aulo Cornelio Celso que aglutinaría como mínimo ocho tratados de medicina que servirían para el aprendizaje de los futuros médicos donde dedica uno de sus libros a la oftalmología, o ya en época de Marco Aurelio irrumpiría la figura de Galeno, el más famoso facultativo que dio Roma al mundo. Los más afamados profesionales, entre ellos este último, se habían nutrido de los conocimientos de la escuela de Hipócrates en Grecia y de los grandes anatomistas de la escuela Alejandrina en Egipto, Herófilo y Erasístrato, por lo que su nivel de especialización nos puede causar en la actualidad cierto asombro.
 
A pesar de que Alcmeón o Aristóteles habían errado en muchos de sus estudios por la limitación de la época, Galeno sí supo acertar en relación a la curvatura de la córnea y la existencia de la coroides, así pues la medicina romana, llegó a unos altos niveles de especialización  sobre todo en la campo de la instrumentalización, dónde se han hallado todo tipo de utensilios médicos: bisturís, espátulas, fórceps, catéters o sierras, pero también en el campo de la oftalmología con una herramienta única que permitía retirar las cataratas oculares.
 
 
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Aunque parezca mentira, sí podemos decir que aunque con una gran probabilidad de que no tuviera éxito, los oftalmólogos romanos se atrevieron a operar a sus pacientes de cataratas tal y como se hacía en Oriente y África, para ello reclinaban al paciente y le hacían tomar opiáceos para poder relajarle. Tras ello acercaban la herramienta al ojo que disponía de una aguja saliente de un interior hueco y la colocaban en la lente ocular del paciente, parece ser que girando la aguja arrastraban la catarata hasta la pupila. En otros casos una herramienta más sofisticada permitía la eliminación de la catarata a través de la succión por la parte superior de la aguja y que la realizaba el propio facultativo aspirándola con la boca.
 
 
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Tras esas delicadas intervenciones se colocaban vendas untadas con clara de huevo, leche o manteca y se tapaba. 
Los romanos no fueron unos pioneros en la ciencia médica, ni mucho menos, de hecho la gran mayoría de profesionales eran esclavos griegos, o bien profesionales nacidos en las provincias orientales que se empaparon del conocimiento de este arte en Egipto, dónde sí había una clara tradición ancestral, aun así supieron adaptarlo a sus necesidades. La recientemente hallada botica imperial del Foro romano, bajo la Basílica de Majencio, muestra que efectivamente las especias y los almacenes de materiales para la producción de medicamentos, fueron usados ampliamente por los galenos romanos y que a pesar de que muchos de ellos se corresponderían más con la definición de matasanos, en el fondo destacaron grandes e ilustres profesionales de la sanidad que supieron sortear las limitaciones. La gran aportación médica al mundo viene de la mano de los científicos sumerios, puede comprobarse en las 800 tablillas datadas del segundo milenio antes de Cristo y localizadas en Nínive, los médicos Asiáticos, griegos y los egipcios, que fueron los precursores del estudio científico aplicado a la medicina que ahora practicamos alejada de todo misticismo. Aun así, no fue hasta la actualidad cuando se creó una herramienta similar a la romana para la extracción de cataratas, desconocemos qué llevó a la oftalmología occidental en la Edad Media a obviar su uso, pero tuvo que pasar mucho tiempo antes que se creara una aguja con las mismas prestaciones y que además es curiosamente parecida en la metodología de utilización.
Nada es nuevo
 
 
Mireia Gallego
Octubre 2020

 

 

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