El Báculo o Vara de Esculapio

 

Introducción

En otra de las entradas sobre simbología había hablado del Caduceo, un símbolo que representaba iconográficamente características relacionadas con el comercio debido a su unión con el Dios griego Hermes (Mercurio romano). Precisamente por esa confusión lógica de los símbolos hoy hablaremos del báculo de Esculapio o vara de Esculapio.

los orígenes

Esculapio fue el dios romano de la medicina intrínsecamente unido al dios griego Asklepio con el que comparte sus atribuciones sanadoras. Originariamente en Roma se veneraba a Apolo en todo lo relacionado con la medicina, siendo construido un templo en su honor a las afueras de la ciudad, tal y como se estipulaba para los Dioses foráneos y fue ampliamente conocido y recurrido durante los momentos más complicados de las epidemias que asolaron Roma. 
 
No obstante s.III a.C la gran peste azotó la ciudad con dureza, así que ante el aluvión de muertos y enfermos el senado consultó los libros Sibilinos, interpretándose que se debía consagrar un templo al Dios de la medicina Esculapio. Una delegación viajó a Epidauro para conseguir el beneplácito del Dios y cuando el barco retornaba del viaje y ascendía el Tíber, se vio una serpiente que desde la barca surcaba el río hacia la isla Tiberina. De ahí la simbología que se relaciona con él.
Casualmente, una vez construido el edificio, la peste amainó, por lo que la población y el senado inició un proceso de embellecimiento de la isla, en la que se añadieron los muros laterales, y se construyó una estructura que se asemejara a la de un barco, así se levantó una proa y una popa artificial, se usó un obelisco que simulara un mástil y se cubrió de mármol los edificios sagrados, el aspecto desde cualquier parte de las orillas del Tiber simulaba el de un barco, el mismo del que había partido la serpiente. 
 
 
Tesoros del Museo Británico
 
Así pues, Esculapio, ya romanizado y heredando el mito que lo hace hijo de Apolo y criado por el Centauro Quirón, se consagra como Dios principal de la medicina en el mundo romano y de la misma manera lo hacen sus símbolos. 
La serpiente que podemos contemplar enroscada en su vara pertenece a la especie Zamenis Longissimus, una variedad que se localiza al Sur de Europa y hasta más allá de Turquía y aunque no es venenosa, su longitud alcanza aun a día de hoy los dos metros. Este animal desde los orígenes de los tiempos ha sido venerado y temido a partes iguales pero sobre todo ha sido sometido a una injusta interpretación de su simbología. La serpiente tiene una doble vertiente, la purificadora y la mortal y esa curiosa dualidad es la que la hará que su iconografía sea interpretada posteriormente con una intencionalidad castigadora y mística y en ocasiones injustamente lasciva y provocadora. Lo que sí es esclarecedor es que en los Templos consagrados a este dios, las serpientes permanecían sueltas dentro de determinadas áreas del recinto, y que era posible, cuando el enfermo lo requería, quedarse una noche en un cubículo rodeado de ellas donde los sacerdotes interpretaban los sueños como una clara intercesión del mensaje divino, era a partir de entonces cuando se le procuraba remedios en base a sus visiones.
 
 
La descendencia del dios será igualmente atribuida a ciertas características médicas, así pues su hija Hígia se le relaciona con la limpieza, de ahí que su símbolo sea una copa (símbolo junto con la serpiente de las farmacéuticas), Panacea (curación a través de las plantas), Yaso, Egle y Aceso. Sus otros dos hijos varones están vinculados a la vertiente heroica e humana de Asklepio antes de su consagración como Dios del panteón helénico.
 
Es curioso como a pesar del tiempo, de los siglos, de los milenios, seguimos utilizando iconos ancestrales y paganos para determinados colectivos profesionales, hecho que demuestra que la romanización sigue ejerciendo un cierto poder sobre las sociedades actuales.
 
 
 
Mireia Gallego
Junio 2020
 

 

 

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